Tres días después del terremoto del 11 de marzo de 2011 frente a la costa de Tohoku (Japón) en el Pacífico
Tres días después del devastador terremoto de magnitud 8,9 en la escala de Richter que sacudió la región de Tohoku en la costa del Pacífico, se está configurando un aterrador panorama de las muertes y la destrucción causadas por el tsunami, que recuerdan nuevamente al mundo la fuerza destructiva de los océanos. Las imágenes que se han difundido en todo el planeta nos han conmocionado a todos. La COI, por su parte, manifiesta su sincero pésame al pueblo japonés y se compromete a proseguir sus esfuerzos encaminados a coordinar la implantación y la mejora de los sistemas de alerta contra tsunamis en todo el mundo.
El terremoto, cuyo epicentro se localizó a unos 130 km al este del litoral de la prefectura de Miyagi, se produjo a las 5.46 horas UTC del 11 de marzo. El Organismo Meteorológico del Japón (JMA) estima actualmente la magnitud del terremoto en 9,0 grados en la escala de Richter, lo que lo convierte en el cuarto terremoto más fuerte registrado desde 1900. Ha habido cientos de réplicas desde el seísmo principal, algunas inclusive de magnitud superior a 6 grados. La primera ola de tsunami llegó a las costas más cercanas al epicentro aproximadamente 15 minutos después del terremoto, y en las horas siguientes llegaron otras, que en algunos lugares alcanzaron alturas de 10 metros o más. Comunidades enteras fueron arrasadas y una gran parte de la infraestructura quedó destruida.
El tsunami se propagó hacia el este del Océano Pacífico. Los primeros boletines regionales de tsunami fueron emitidos a las 5.55 UTC por el Centro de Asesoramiento sobre los Tsunamis del Pacífico Noroccidental (NWPTAC), operado por el JMA, y el Centro de Alerta contra los Tsunamis en el Pacífico (PTWC). Se activaron boyas del Sistema de evaluación e información sobre tsunamis en los fondos marinos (DART) cerca del Japón. Una de ellas, DART 21418, registró una ola de 1,08 metros a las 6.19 UTC, confirmando así que se había originado un gran tsunami que se estaba propagando hacia el este. Los mapas del tiempo de propagación y la energía del tsunami, elaborados por el Centro de Alerta contra los Tsunamis de Alaska y la Costa Occidental (WCATWC), muestran una estimación inicial de la velocidad de propagación a través del océano y la dirección de la energía del tsunami.
El PTWC publicó inicialmente boletines de alerta de tsunami general, destinados a la mayoría de los países del Océano Pacífico, aunque posteriormente redujo su número en función de los resultados actualizados de los modelos. En total, el PTWC emitió 27 boletines durante el evento y el NWPTAC, 9. El WCATWC difundió a las 6.00 UTC el primero de sus 34 boletines. Puede consultarse la totalidad de la información fáctica sobre el evento y los boletines de alerta publicados en la siguiente dirección: http://itic.ioc-unesco.org (en inglés).
En todo el Océano Pacífico, los países se prepararon con bastante antelación para la llegada de las olas del tsunami. En Hawai se ordenaron evacuaciones, debido a que cerca de las islas se registraron olas de más de 2 metros (entre valle y cresta). En Crescent City, en la costa occidental de los Estados Unidos de América, se observaron olas de más de 4 metros (entre valle y cresta). Más al sur, en las costas de Chile, se formaron olas de similar altura.
La función de la COI en la alerta contra los tsunamis es coordinar los sistemas regionales de alerta contra este fenómeno, por conducto de su Unidad sobre Tsunamis. Tras el tsunami del Océano Índico en 2004, las Naciones Unidas encargaron a la COI que dirigiera la coordinación del Sistema de Alerta contra los Tsunamis y Atenuación de sus Efectos en el Océano Índico (IOTWS), debido a su experiencia de más de 40 años como coordinadora del Sistema de Alerta contra Tsunamis en el Pacífico (TWSP). La COI también coordina sistemas similares en el Caribe (CARIBE-EWS) y el Atlántico Nororiental y el Mediterráneo (NEAMTWS). Cada sistema está dirigido por un Grupo Intergubernamental de Coordinación (GIC), que presenta informes directamente a la Asamblea de la COI. Por consiguiente, los GIC realizan sus actividades a muy alto nivel, permitiendo a los Estados Miembros colaborar en aras del beneficio colectivo de todos los países de cada cuenca oceánica.
Durante el presente suceso, el TWSP funcionó adecuadamente y de acuerdo con las expectativas. Los sistemas de detección de seísmos lograron determinar la localización y la magnitud del terremoto en pocos minutos, lo que posibilitó que se emitieran alertas regionales a tiempo en los países del Océano Pacífico. Las boyas (DART) y las estaciones de vigilancia del nivel del mar funcionaron bien y los sistemas de comunicación permitieron un seguimiento de los hechos en tiempo casi real. Los centros regionales de alerta contra los tsunamis publicaron boletines oportunamente y mantuvieron bien informados y actualizados a los centros nacionales de alerta contra tsunamis del TWSP sobre la evolución del fenómeno.
Sin embargo, parece inapropiado hablar de “éxito” en relación con un suceso que ha ocasionado tantas muertes y tan graves daños a la infraestructura y los medios de subsistencia. Desde 2004, se han producido varios tsunamis mortales: en el sur de Java en 2006; en Samoa en 2009; en Haití, Chile y Mentawai (Indonesia) en 2010; y ahora en Tohoku (Japón). Todos ellos tuvieron en común el haber sido fenómenos locales de rápida aparición, en los que las olas golpearon las costas antes de que se emitieran alertas o de que se evacuara a las personas a sitios seguros. Las terribles imágenes de destrucción que hemos visto en los medios de comunicación en los últimos tres días deben servir nuevamente de recordatorio para los países con comunidades que viven cerca de zonas potencialmente tsunamigénicas, que deben incrementar sus esfuerzos a fin de elaborar medidas de sensibilización, preparación y atenuación. Las comunidades deben aprender a reconocer las señales de alerta naturales y actuar de inmediato para ponerse a salvo. Asimismo, se necesita una investigación bien orientada para seguir actualizando nuestros conocimientos sobre las zonas de subducción capaces de generar enormes terremotos y tsunamis. La COI está dispuesta a respaldar estas actividades, en colaboración con otras partes interesadas, y está más que nunca comprometida con la implantación de sistemas integrales eficaces de alerta contra tsunamis, en los planos regional, nacional y local.